lunes, 5 de agosto de 2013

Iglesia parroquial de Nuestra Señora de Fátima

La arquitectura no siempre ha sido tan dramáticamente aburrida, pretenciosa y vacua. Hubo un momento –no muy lejano- que se dio la combinación de varios elementos como fueron; el deseo de experimentación, la ausencia de prejuicios y una clase política y dominante con anhelo de modernidad que permitió la génesis de ciertas edificaciones que actualmente serían rechazadas frontalmente. 

Un buen ejemplo de esta sinergia renovadora es la Iglesia parroquial de Nuestra Señora de Fátima situada en la rivera oeste del río Guadalmedina. Con planos de Fernando Morilla Cabello (1961) y de estilo neogótico constituye una curiosa y atrevida intención de aunar propuestas tradicionales con un intento de renovación dentro de la arquitectura moderna.


Este neogótico puede añadírsele sin problemas el apellido galáctico, pues su estética marida una nave espacial de los sesenta y el escenario idóneo para un cuento gótico. Su interior, con una nave central y dos laterales longitudinales, cuyos tramos se marcan con arcos puntados, produce esa inaudita sensación de interior de nave supersónica, cuyo efecto se redobla por la aparición, en la cabecera, de una imagen de la Virgen de Fátima cuya puesta en escena responde a una factura magistralmente kitsch. Mención aparte tiene la iluminación que corre a cargo de unas lámparas sputnik de desarrollo helicoidal.